La luz que damos

La luz del sol de la mañana llena mi cuarto, ha sido una larga noche de lucha contra la congestión y me alegro de que el sol haya bañado mi cama para hacerme sentir viva. La luz siempre me ha hecho sentirme mas vida de una manera fuerte y poderosa. No es de extrañar que cuando a una mujer le nace un bebe le llamamos: dio a luz. Somos capaces de traer seres vivos de la oscuridad del vientre a la vida, a la luz.

Mi vida como terapeuta profesional también creó en mí una profunda percepción por la oscuridad. Hay oscuridad en nuestro mundo. Algunos de mis clientes la llaman depresión, otros lo llamaron ansiedad, la mayoría la llama conflictos matrimoniales que los afligen con tristeza, decepción y dolor. La inmoralidad sexual que prevalece me trae clientes con problemas de abuso y quebrantamiento. Sí, ciertamente hay oscuridad en el mundo.

Soy cristiana y durante muchos años he admirado un hermoso texto que proviene de la Biblia que dice lo siguiente:

“Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, y desciende del Padre de las luces, en quien no hay mudanza, ni sombra de variación” Santiago 1:17:18

Siempre me encantó este versículo y lo he usado como la primera página de los libros que he escrito, porque creo que el Dios que creó la luz en los cielos, las estrellas que brillan en la oscuridad y la luna que refleja la luz del sol también es capaz de darnos regalos que reflejen algo de la luz en este mundo. Compartiré una pequeña experiencia que reflejará lo que quiero decir;

Esto me paso en Alemania donde viví durante casi 5 años, vivía cerca del bosque y solía llevar a mis hijos a dar largos paseos junto a los árboles para ver la escarcha en un lago cercano. Ese día todos llevábamos chaquetas de invierno, guantes y gorros, pero había sol y eso hacía que los arboles fueran interesantes. Parecía como si estuvieran durmiendo esperando la luz de la primavera. Me sentí feliz y decidí llevar a los niños a comer y darme el capricho de no tener que cocinar. Conducimos durante veinte minutos hasta un restaurante cercano que tenía una terraza junto al lago.

Miré mi cartera y encontré 30 euros, así que miré con atención el menú y pide algo que podía pagar con 30 euros que era una pizza grande y unas bebidas. Éramos los únicos extranjeros en el restaurante y lo único que se oía era alemán en todas las mesas. Éramos las únicas 3 personas de piel morena y cabello oscuro. Cuando fui a pagar la cuenta, el camarero dijo; No te preocupes, alguien ya pagó por tod. Tuve que pedirle que repitiera su alemán porque tenía dudas. ¿Lo había entendido correctamente? Pero repitió lo mismo. Entonces, sorprendida, le pregunté ¿quién?. Él sonrió y dijo: “no quieren que sepas quién”. Le dije, por favor le dice que gracias y pensé egoístamente; debería haber pedido esa deliciosa ensalada que quería. Sonreí y salí con mis hijos para conducir de regreso a casa.

El sol en Alemania es un regalo preciosa en invierno, pero también lo es la amabilidad y generosidad de las personas que nos rodean. Ese día la vi de un extraño. Hay otro tipo de luces como  la paciencia, amor, fe, bondad, la justicia, generosidad, gratitud, aprecio. Por eso, a veces, cuando mis clientes vienen con cargas difíciles de sobrellevar, comienzo las citas con gratitud o aprecio por su pareja, porque si somos capaces de concentrarnos podemos ver muchas cosas a nuestro alrededor que representan luz.

Al final, también nosotros somos capaces de ser portadores de luz. Podemos reflejar la luz como la luna del Sol, ciertamente podemos reflejar esa luz que proviene de nuestro Padre de las luces que nos da cada día dones perfectos de su mano generosa. 

Te invito hoy a entrenar tu mente cada día “fija tus pensamientos en lo que es verdadero, honorable, justo, puro, amable y excelente y digno de alabanza”. (Filipenses 4:8). En realidad cuanto más lo pienses, más te convertirás en eso que tu mente contempla.

Tú y yo realmente podemos dar luz.

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